Sergi Arola, con motivo del precinto de su restaurante en Madrid por parte de la Agencia Tributaria se queja de dos cosas y en ambos casos tiene razón. Sin entrar en los antecedentes del caso que los desconocemos.

Se queja el Sr. Arola de la falta de trato igualitario. Es decir, de la quiebra del principio de igualdad. Porque precintan su restaurante y no los estadios de los club de fútbol morosos que a lo que parece no son pocos ni por pocas deudas.

¿Por qué no se precintan esos estadios? Pues porque ello quita votos.

Y se queja el Sr. Arola de que  la actuación recaudatoria no ha podido ser en otro momento que en el peor momento para el embargado.

 

En el momento de máxima actividad. Es decir, suponemos, sobre las dos de la tarde.

El mismo encuentra la explicación: la búsqueda de publicidad.

Pues bien, sin duda así es y no es así como se deben ejercer las potestades administrativas que la Agencia Tributaria tiene encomendadas.

La aflicción  del embargado, que no es poca, no debe ir más allá del embargo. La Agencia no debe producir de manera gratuita y arbitraria daños morales. La legalidad no debe estar supeditada a la eficacia. La legalidad exige observar el principio de proporcionalidad, incluso en el ámbito recaudatorio. La Agencia Tributaria no debe convertirse en una Agencia de Publicidad.

 

Sevilla, julio de 2013.

 Fdo.- Antonio F. Delgado González