Los juicios mediáticos, tan frecuentes en España en los últimos años y que han dado a la luz a tantos jueces-estrella, están muy presentes en un artículo y en un reportaje aparecidos juntos, de manera casual, en el diario “El País” del pasado diecisiete de agosto.

El reportaje tiene como protagonista a Dña. Mercedes Coghen, procesada y absuelta en el caso “Noos” y el artículo de opinión es de D. José Andrés Rojo.

 

Dña. Mercedes Coghen relata sus vivencias en el caso.

Y D. José Andrés Rojo critica la ligereza con la que con frecuencia se presentan los hechos y su enjuiciamiento en los medios de comunicación.

Dña. Mercedes, consejera-delegada de la candidatura olímpica de Madrid 2016, dice, que le decían que “lo importante era no llegar a Palma, porque de allí no sale nadie vivo”; que solo se podía pactar; que las dos veces que prestó declaración en la Plaza de Castilla fueron alucinantes: “allí la gente daba gritos, había un tono maleducado, no te dejaban contestar, mi historia importaba poco, era una pieza para saber de otros que interesaban más. No me dejaban explicarme y yo pensaba: ¿cómo voy a salir de aquí? Vaya desamparo puede llegar a tener la gente aquí. (el subrayado es nuestro)

El artículo de D. José Andrés trascribe estas palabras del escritor y diplomático portugués Eça de Queirós, dichas en el Siglo XIX, a un amigo al que desaconsejaba poner en marcha un periódico: “Considera más bien que la prensa, con su forma superficial, liviana y atropellada de investigarlo y juzgarlo todo, es sin duda la principal culpable de que el funesto hábito de juzgar con ligereza haya arraigado tanto en nuestro tiempo”. Y critica la “impúdica improvisación“ de los periodistas y el pernicioso vicio de haberse “desembarazado del penoso trabajo de verificar”: “para juzgar el más complejo de los hechos políticos nos contentamos con un rumor apenas escuchado en una esquina una mañana de viento”.

Dña. Mercedes, añade que ahora cuando ve noticias de escándalos, no se los cree: “De lo que lees, de los titulares a la realidad hay una distancia infinita. Ya relativizo mucho”. Y dice por último: “Yo he sido una pieza muy chiquita en un puzle, pero ojalá llegue un mensaje: al final la justicia me ha dado la razón, pero me la podrían haber dado antes si alguien me hubiera escuchado; la presunción de inocencia parece que no existe en esta etapa que estamos viviendo (el subrayado es nuestro), la gente debe tener la capacidad y la paciencia de no juzgar por lo que le dicen; y los que tienen la responsabilidad de decir lo deben reflexionar sobre cómo lo cuentan”.

Es tan ilustrativo y exacto lo que se cuenta y lo que se comenta que por nuestra parte nada más hay que añadir.